Si hubiese que marcar un punto concreto donde empezar esta historia, claramente habría que señalar el momento en el que Jorge González (@Mega_Glowen) y yo decidimos quedar un día de verano en 2016 y hablar de lo que nos gustaba, la música.
Ya nos conocíamos de años atrás. Terceras personas nos presentaron y podría decirse que cada uno vivía en un círculo de personas que, a menudo, coincidían y hacían planes juntos. Tampoco era la primera vez que hacíamos música juntos, varios años antes -en torno a 2012 o 2013- intentamos tocar juntos, un primer punto de contacto musical, yo quería demostrarle lo que sabía hacer con la guitarra y él quería enseñarme cuánto había estado aprovechando sus clases musicales; lo que ninguno había anticipado era que mi por entonces repertorio musical era una mezcla entre Guns N’ Roses y Metallica mientras que él estaba enfocado en géneros como el blues y el jazz, una mezcla que, como pudimos comprobar casi instantáneamente, poco futuro tenía. Ese día, en el garaje de mi padre, marco un punto de inflexión que, años después cobraría mucha importancia para los dos.
El inicio del inicio
Adelantemos la historia hasta 2016, más concretamente, verano de ese año. Jorge y yo seguíamos siendo amigos aunque ninguno había vuelto a sugerir tocar juntos tras la primera (y última) experiencia musical que compartimos. Él tenía un grupo con sus amigos del instituto desde hacía un tiempo, lo que yo no sabía es que esa banda tenía el mismo horizonte que Los Beatles y que Jorge estaba buscando una excusa para disolver ese proyecto y tirar por otro camino. Yo fui esa excusa.
Tras años de ampliar mis influencias tanto musicales como en la guitarra, comencé a descubrir sonidos como el de Coldplay, John Mayer, Ed Sheeran, etc… un camino que Jorge también estaba recorriendo por su cuenta. Aquí llegamos al punto de inflexión, no se quién fue pero recuerdo que uno tenía una guitarra en la mano y el otro tenía cara de haber encontrado algo que no sabía que estaba buscando y, en ese momento, poco más hubo que decir.
Nos tiramos varios días quedando y enseñándonos qué sabíamos cantar, tocar en la guitarra, en el piano o en la batería, descubriéndonos música que nos gustaba y que, accidentalmente, también le gustaba al otro. Nuestras aptitudes en la guitarra eran similares entre sí pero lo que hacía que la combinación funcionase mejor de lo esperado es que mientras él tiraba por composiciones rítmicas, yo prefería componer guitarras secundarias, acompañamientos y solos; él cantaba y yo tocaba el piano o la batería, yo hacía una serie de acordes y él se inventaba una melodía.
Paso dos: formar un grupo
Estaba claro que teníamos que hacer algo con la oportunidad que teníamos enfrente tanto él como yo, y eso hicimos. Pensamos en quién podría complementar el grupo, al fin y al cabo solo éramos dos guitarristas que podían desenvolverse bien en otros aspectos pero creíamos que tener un bajista, un pianista y un batería era la mejor opción. El problema es que no conocíamos a nadie que viviese cerca y tuviese unos gustos similares o que compartiese nuestro entusiasmo por lo que estábamos formando. Así que empezamos a hacer cosas nosotros dos solos, un día él me enseñaba una canción que tenía a medias desde hace tiempo y yo le ayudaba a terminarla; otro, yo le enseñaba una melodía y él le ponía una base de acordes. Fue así que en pocas semanas teníamos ya al menos cuatro o cinco «canciones» con una estructura, una letra más o menos hecha y cada uno sabía qué tenía que hacer en su parte.
Un tiempo después ya contábamos con un número interesante de ideas y algunas de esas estaban incluso cobrando forma, por lo que empezamos a grabar en su portátil las maquetas de las cuatro canciones que más nos gustaban. Recuerdo en especial el proceso de grabación de nuestra canción «It’s All» por que, en general, fue bastante rápido: la voz principal, unas cuantas guitarras acústicas por aquí, una guitarra de acompañamiento por allá, un bajo y una bat… no había bajo ni batería, ¿por qué? Eso habría que preguntárselo al Finally Awake de 2016, en su momento (supongo) que no nos parecía necesario, pero en el futuro eso cambiaría. De hecho, esa primera maqueta tuvo «videoclip oficial» y se encuentra en alguna esquina oscura de YouTube, mendigando visitas nostálgicas de vez en cuando.
Y ese fue el inicio de la historia, obviamente tanto yo como él llevábamos bastante tiempo desarrollando nuestras capacidades musicales para cuando nos conocimos, sin embargo, el timing no era el indicado y aún tendríamos que esperar un poco más hasta que nuestros gustos e influencias coincidiesen de forma armoniosa y productiva.
Hay más historia que contar, sobre todo el proceso de grabación de nuestro primer -y último- EP: «Eyes Open», pero eso lo contaré en otro momento.